
NUMERO 5 -2002
CARTA PARA TODOS
«Tenemos un gran Tesoro»
«No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le agradó darles el Reino. Vendan lo que tienen y repártanlo en limosnas. Háganse bolsas que no se gasten, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. Porque donde está tu tesoro allí estará también vuestro corazón» (Lc 12, 32-34)
En nuestro trabajo misionero hemos comprobado así suene muy dura esta afirmación que la mayoría de los problemas de los hijos, tienen su origen en la familia; por eso esta carta es un llamado de atención a las familias con las cuales hemos tenido el privilegio de trabajar y también a tantas familias a las que le llegara; pero este llamado es por igual a los padres y a los hijos.
No nos enseñaron a ser padres pero por naturaleza no hay alguien tan especial y tierno como lo es una madre; nuestros abuelos fueron muy duros y tal vez les faltó ternura, pero nadie más responsable por los hijos, por la familia que ellos y la mayoría de los hogares lo fueron para toda la vida.
Hoy todo es distinto, tanto dolor, Tantas lágrimas en los jóvenes, tanta desunión en los hogares son una muestra de que nos hemos olvidado del mensaje de Jesús, o ni siquiera lo hemos escuchado «Mi Padre es Dios » y un buen Padre nunca abandona a sus hijos y nunca los trata mal y si los corrige lo hace con amor, un amor exigente que se mantiene firme en las decisiones cuando son por el bien de los hijos, pero que los escucha y dialoga cuándo hay argumentos de peso que hacen cambiar el rumbo de las determinaciones.
Dios es el Padre por excelencia, siempre nos perdona, siempre nos da otra oportunidad, es misericordioso; entonces no entendemos por qué a los padres modernos les falta tanta comprensión para con los hijos, no los entienden, se les olvidó que también fueron jóvenes, que les gustaban las rumba, los amigos y ojalá la diversión sana que todos necesitamos.
Los chicos siempre se quejan: mi mamá alega demasiado, mi papá grita mucho, no saluda a mis amigos, me cohíbe demasiado, me sacan en cara el dinero que invierten en mí y lo que es peor muchos chicos y chicas dicen la mayoría de las veces con lágrimas en sus ojos: mi papá nunca me ha dicho que me quiere, nunca me ha abrazado y lo más grave es que también se quejan de madres que no son tiernas, que no perdonan, que son intransigentes y así padre y madre que deben ser afectivos con sus hijos, por no serlo los condenas a buscar amor en personas que lo Único que les ofrecen es un cariño efímero, casi siempre a costa de su dignidad y que les causan con el tiempo más problemas y dificultades de las que buscaban solucionar.
Ser padre y ser madre es un arte, una misión y es además una responsabilidad que viene de Dios y es a Él a quien le deberemos responder por el cumplimiento o no de esta misión y si la cumplimos el premio es el Reino de los Cielos.
Ya hemos hablado de los padres y cuántas más cosas pudiéramos decir de ellos; sin embargo es importante destacar lo que dice el Apóstol San Pablo a los hijos <<Obedeced a vuestros Padres, honra a ti padre y a tú Madre, para que seas feli2 y tengas larga vida» (Efesios 6, 1 : 3) Y esta es la verdad, sean lo que sean nuestros padres tienen la autoridad sobre nosotros, así la ejerzan mal, les viene de Dios, pero nosotros como hijos debemos respetarlos, obedecerles, perdonarles, tratarlos bien, jamás gritarles, abrazarlos así no nos abracen, decirles que los queremos así no nos lo digan, no dejarles de hablar; y es que como hijos tenemos que cambiar los esquemas que nos hicieron daño de nuestros mayores y tener una mentalidad triunfadora, saber que podemos construir una familia nueva a ejemplo de la Familia de Nazareth, donde los hombres respeten a la mujer, pues nuestros mayores nos enseñaron que a la mujer no se le pega ni con el pétalo de una rosa y es un cobarde quien maltrate a una mujer física y psicológicamente y es más cobarde todavía quien maltrate a sus hijos así sea verbalmente.
Somos libres de decidir y construir una sociedad donde los hombres y las mujeres elijan un compañero adecuado para vivir con la bendición de Dios y no debemos culpar a Dios, a nuestros padres, a la sociedad por las malas elecciones que hagamos, alguien dijo «Lo que falla no es el amor, sino la elección» y esa es la verdad, Dios es amor (1 Jn 4, 16) y el amor siempre es bueno, nunca hace daño.
Los jóvenes deben pensar en el futuro de sus hijos; serán hijos que sufran el abandono que muchos sufrieron, hijos sin un padre responsable, con una madre amargada e intolerante, que vean el mal ejemplo de dos personas que se juraron amor ante el Dios amor y después pisotearon su juramento, con malos tratos, peleas continuas, divorcio; hombres mezquinos que después de muchos años dejan una mujer, unos hijos, un hogar, por una mujer más joven que podría ser su hija, haciendo sufrir y destruyendo el recinto más sagrado que se llama “hogar”, hay casos de casos, pero dijo Jesús «Donde está tu tesoro ahí estará tu corazón»: El mayor tesoro que tenemos los hombres son las mujeres, nuestra esposa; el mayor tesoro de la mujer es su esposo y de los padres son los hijos y de los hijos son sus padres, no la novia o el novio o los amigos, el mayor tesoro es la familia y es urgente luchar por ella, vencer con la ayuda de Dios los problemas, superar las dificultades. El primer recinto para construir la paz es la familia, todos hemos cometido errores, padres e hijos; corrijámonos ya, Dios nos creó para ser felices, si le entregamos a El nuestra familia, nuestros problemas y nuestro futuro, ¿qué hay imposible para un Dios padre tan bueno, que además nos dio en María la mejor de las madres?
